MEMORIA Y VIGENCIA DEL TRAUMA SOCIAL EN CHILE

PALABRAS DE PATRICIO BARRIOS ALDAY CON OCASIÓN DE LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO “MEMORIA Y VIGENCIA DEL TRAUMA SOCIAL EN CHILE”, DE CARLOS MADARIAGA ARAYA. VIERNES 9 DE DICIEMBRE DE 2022. AUDITORIO PARINACOTA UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS. 19:00 HORAS.

Costumbre heredada de mis padres -y seguramente de mis abuelos p’atrás-, la Lila, dueña de casa, y el Pancho, pescador, siempre es bueno -decían- comenzar saludando y agradeciendo… tengan todas y todos ustedes muy buenas tardes, con mucha salud y con mejor vida… en la medida de lo posible. Gracias por estar en esta ocasión que nos provoca y convoca el doctor Carlos Madariaga Araya. Gracias a la Universidad Santo Tomás por el espacio en el que ya me siento como en casa… y gracias a los organizadores por la oportunidad de compartir con tan importantes personas para conversar, reflexionar y, ojalá, generar opinión para la acción imprescindiblemente necesaria…

Pero… ¿cómo hablar con propiedad del contenido del libro? Imposible. Solo hablar de lo que provoca y de la necesidad de visibilizar todo aquello que allí está contenido, de sensibilizar a quienes deben -y pueden- generar políticas públicas para que se posibiliten los cambios si, en realidad, así se desea… porque, como ya saben, no todo lo que brilla es oro…

No sé por qué estoy acá. No sé si me invitaron como escritor… como investigador de Cultura Tradicional… o como ex-preso político…

En realidad, dudé… Pensé que podía ser por mi trabajo de escritor… entonces -no les miento- me asaltaron algunas líneas de un relato que escribí en 1999… permítanme:

“Tiempo después, entendió que su viejo con la sabiduría del pescador, cuando le dijo ‘hijo no teníh que mirar a nadie p’arriba y a nadie p’abajo’, no se refería, necesariamente, a la función biológica del mirar sino al acto sublime del ver y por ver entender y por entender comprender que todos somos iguales”.

Y recordé esa maravillosa enseñanza porque, discursos más discursos menos, seguimos en las mismas: insistiendo, porfiando, machacando, ya que se sigue solo mirando y no viendo…

Y ese intruso pensamiento y -seguramente políticamente incorrecto- me llevó donde el italianísimo escritor Giuseppe Tomasi di Lampedusa que, entre 1954 y 1957, escribiera su novela “El gatopardo” originalmente rechazada por varias editoriales… ¿por qué? ¿a sus dueños no les gustarían los gatos? ¿o los gatos pardos?… ¿o estaría vinculado con lo que, de una u otra forma, enseñaba el viejo pescador?

Sin entrar en detalles de la novela, hoy, el “gatopardismo” es, en ciencias políticas, el “cambiar todo para que nada cambie”, que es una paradoja expuesta por el escritor. La cita original en el libro expresa la siguiente contradicción aparente… aparente: «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie».

Traumático.

¿Contradicción? ¿Les parece conocido?… en la medida de lo posible, digo…

Y también se me apareció reclamando el Gabo porque me dijo que él había sido más claro y más directo… pero, Gabriel, le dije, es que no voy hablar de literatura, ni de lo real maravilloso, ni del realismo mágico… ¡chuta”, insistió… ¿me vas a decir que esto no se parece al Macondo de mis “Cien años de soledad”?… y no fui capaz de responder, me dejó callado…

Mejor me paso a la Cultura Tradicional, por lo que seguramente fui invitado debido a mis 55 años de trabajo en el tema…

¿Y qué tiene que ver eso con lo que hoy nos convoca el espectacular libro del doctor Madariaga?

Viejo, artista y torturado se volvió, definitivamente, loco, dirán ustedes por mí…

Insisto en que no estamos viendo, sólo mirando… ¿qué posibilidades tiene un hombre o una mujer (peor si es mujer) de encontrar trabajo después de los cuarenta años? Eso es un trauma. Somos los parias, somos los acabados, los desechables, los inservibles… un lastre. ¿Por qué traigo a la conversación esto? Muy simple, porque nuestros pueblos originarios siguen sintiendo el más profundo de los respetos hacia aquellos y aquellas que son la acumulación de la sabiduría, de la experiencia, del conocimiento y, por tanto, de la construcción de tecnologías. ¿Han escuchado hablar de los “consejos de ancianos? ¿Del equilibrio perfecto en la vida de esos mismos pueblos? ¿De la paridad? ¿Del Ayni? ¿De la reciprocidad?

Todo es par. Todo, absolutamente todo. Hasta en el género. No es un concepto avanzado de la modernidad… ¿saben cómo se llama la instancia máxima de organización aymara en Chile? Consejo Nacional Aymara de Mallkus y T’allas… de lo masculino y de lo femenino… ¿saben cómo se invocaba a un cerro sagrado antiguamente: “Q’ollo Mallku Q’ollo T’alla”. Es decir, cerro y cerra. Indivisibles, el género era par, absolutamente igualitario…

El kultrún mapuche, uno de los símbolos de esa cultura, tiene grabado en la cara del cuero que se percute su universo, en cuatro partes, en par, en igualdad, en equilibrio…

Hoy, en nuestro mundo occidental, la menarca, la primera menstruación de la mujer, es una situación de lo absolutamente privado, casi vergonzoso, casi sucio, casi un trauma familiar… antes, mucho antes, los padres y la colectividad a la que pertenecía la “primeriza” celebraba pública y bulliciosamente el acontecimiento: ya estaba en condiciones de permitir la trascendencia y permanencia de su comunidad… ¡que lindo” ¿no?

¿Qué hemos perdido? …o ¿qué más nos han quitado, arrebatado? ¿en qué nos han transformado? ¿qué dolores nos siguen infringiendo?

No. Creo que no me invitaron por escritor o por investigador de Cultura Tradicional… Entonces debe ser por ex preso político… pero ¿qué es eso de ex preso político? ¡hasta hemos sido llamados “prisioneros de guerra”!… ¿cuál guerra? En la indefensión más absoluta… ¿no es traumático, ya,  aquello?

¿Qué es para un joven de 21 años, lleno de sueños, de proyectos de una mejor sociedad, formado familiarmente para el compartir, para el construir, transformado en el primer miembro que accedía a la educación universitaria gracias a una Beca de la Junaeb que cubría todo, absolutamente todo… que, te expulsen, que te prohíban seguir estudiando… que te acusen de peligroso, de violentista, de extremista… si tus fines de semana y tus vacaciones de invierno y de verano no eran para el alcohol ni para las drogas si no para los trabajos voluntarios… para enseñar lo que habías aprendido, a devolverlo a quien le pertenecía, a la gente, a los niños, a las niñas… compartir la felicidad del recibir y del dar… eso fue y sigue siendo un trauma…

¿Qué es que no puedas trabajar en nada que no sea “tirar pala” si te habías formado para crear con tus manos, con tu cabeza, con tu cuerpo?

Se habló de justicia, y de reparación, claro, en la medida de lo posible, entonces las víctimas, sus familias no podían conocer los nombres -por el bien de la patria- de quienes dieron las órdenes ni de quienes las ejecutaron para eliminarles, torturarles, exiliarles, relegarles… me recuerdo de las llamadas “guerras santas”, de las “santas cruzadas”, del “descubrimiento y conquista” de nuestro continente… todo en nombre de algo o alguien superior… ahí estaban y siguen estando las justificaciones necesarias…

Se determinó que frente al dolor e injusticia infringidos por el Estado chileno se les entregara una beca para que las víctimas pudieran continuar sus estudios inconclusos… o sus hijas o hijos, o sus nietas o nietos… ¡una beca!… ¿no es un trauma aquello de decidir que hija o qué hijo o qué nieta o qué nieto es más importante, es más amado o amada, para entregarle a ella o a él la beca? Los demás que se chupen el dedo, son menos queridas, menos queridos… ¿no es un trauma para el que provoca la beca? ¿se imaginan el dolor? Yo no me lo imagino. Yo lo sé. Lo conozco.

Además de ganar en años, también se obtiene mayor autonomía en lo que se piensa y se hace. Producto de mi porfía he logrado que algunos de mis libros se incorporen en el Plan Lector de varios colegios de la región… así, alumnas y alumnos están llamados a conocer el pensamiento y la realidad regional para que esas y esos estudiantes se formen en la integralidad y no sólo de lo que se escribe desde Santiago, desde el centro a la periferia y que están, desde la misma centralidad, obligados a asimilarlos como quieren que se asimilen. Frente a eso, usted doctor, ustedes que acompañan esta ocasión, ¿han escuchado, o se han enterado de que a una de las autoridades no electas, nombradas, les exijan cierto conocimiento social de su país, de sui región, antes de ingresar al servicio público? No hablo de títulos. A algunas de las autoridades nombradas, aquí y en la quebrada del ají, ¿les habrán inducido a leer este libro del doctor Madariaga? Digo, para que bien entiendan la realidad verdadera de los sujetos con que deberán trabajar, con sus arrastres, con sus sueños de mañanas.

¿Alguno o alguna sabrá que, al 2017, el Instituto Nacional de Derechos Humanos tenía un registro de 9.795 personas en una “nómina de prisioneros políticos y torturados”?

Alguno a alguna ¿entenderá, realmente, lo que significa que el proceso de momificación y los asentamientos poblacionales de la Cultura Chinchorro hayan sido reconocidos como Patrimonio de la Humanidad?

Ya no se trata sólo del “síndrome de Estocolmo”… tal vez sea un tema de “gatopardismo” o, lisa y llanamente, la comprobación de la razón de Michel Foucault cuando insiste en el tema del poder asignándole una significancia diferente: el poder no es una posesión… es una estrategia, entonces, el poder se ejerce para la consecución de los objetivos planificados: hace algunos años tenía una medio de comunicación digital que, algunas veces, aparecía impreso… El Puerto Libre… en representación de ese medio participé de una reunión con el ministro secretario general de gobierno -por el tema de los fondos de medios- en la que le pregunté (primer gobierno de Michelle Bachelet) si estábamos estudiando para masoquistas consumados porque no sólo nos gustaba que nos golpearan si no que, además, financiábamos las formas de hacerlo: las tres cuartas partes de la inversión del Estado en medios comunicacionales chilenos no se iban a las tres cuartas partes de los medios existentes en el país… se iban a Copesa (La Tercera) y a El Mercurio… no hubo respuesta del interpelado… me parecía la cachetada del payaso: el actor sabe que lo golpearán, pero, también sabe que conseguirán el efecto en el público… y así, sucesivamente, siempre hay payasos que golpeen, payasos golpeados… y dueños del circo, obviamente, con otros nombres y otros apellidos, pero dirigiendo las cachetadas porque a la gente le han convencido de que son necesarias… es cosa de recordar los resultados recientes de los apruebos y de los rechazos…

Necesitamos, de manera urgente, más Carlos Madariagas Arayas, más, muchos más que hagan de sus estudios algo más que ejercer una profesión, que los transformen en un apostolado, en un faro que guíen la navegación para llegar a buen puerto y generar las políticas públicas urgentes y necesarias que minimicen los dolores y reconstruyan los amores también urgentes y necesarios…

Hay que estar atentos porque como dijera Baltasar Gracián, por allá por el siglo XVII “no todos los que han abierto los ojos miran ni todos los que miran ven”.

Yo le sigo haciendo caso a ese sabio pescador que me dijo “no teníh que mirar a nadie p’arriba y a nadie p’abajo”, porque no se refería, necesariamente, a la función biológica del mirar sino al acto sublime del ver y por ver entender y por entender comprender que todos somos iguales… y no en la medida de lo posible…

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