UNA GOLONDRINA NO HACE VERANO, PERO DOS, QUINCE, DOS MIL QUINIENTAS…TAL VEZ

En 2016, el Consejo de la Cultura y las Artes -actual Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio-, me entregó el hermoso símbolo de la Chakana que representaba el premio regional Arica y Parinacota a la Trayectoria Artística Cultural. Con la presencia del ministro de la época, Ernesto Ottone, en el Teatro Municipal de Arica, compartí estas palabras:
Hacía diez minutos que esperaba, sentado, al lado de la puerta de la oficina de la directora del liceo. Claro que sí, no lo puedo negar, estaba muy nervioso. Pocas veces me habían mandado a la dirección o a buscar el apoderado. Algunas de ellas con cierto grado de razón, pero ésta… pfffff… según yo para nada… y más encima la “Pat’ecombo” tenía fama de severa… ahí estaba, con mis 16 años a cuestas, con mi álbum de dibujos, cerrado, sobre mis piernas…
Un rato antes, en clases de Artes Plásticas, como casi siempre, había compartido mis dibujos con mis compañeras y compañeros a quienes les gustaba que les mostrara mis avances… Así, mis dibujos corrían de banco en banco, de mano en mano, de ojos en ojos… y no se hacía a escondidas, no, para nada, pero sí se producía un movimiento en el observar y compartir… De pronto, la profesora de Artes interrumpió el tránsito de mis dibujos arrebatando uno de ellos de las manos de una de mis compañeras… ¿quién es el responsable de esto?, ¿quién dibujó esto? Entre sus manos casi flameaba una hoja de block liceo papel hilado 9, con una pareja desnuda, de pie, besándose amorosamente, dibujada en carboncillo de sauce… Me puse de pie asumiendo, no sin orgullo, que el trabajo estaba bastante bueno: “Yo lo hice, profesora”… Su mirada fulminante me hizo sentir pillado en algo que supuestamente era prohibido (como cuando a los 14 años fui descubierto en la lectura de “La Filosofía en el tocador” del Marqués de Sade) ¡A la dirección, de inmediato!, vociferó la joven profesora recién llegada desde Antofagasta… ¡No aceptaré que en mi clase circulen imágenes pornográficas!
Ya eran 13 minutos los de la espera. Apareció una secretaria que con una cara de “pobrecito, no sabes lo que te espera” me dijo que pasara, que la directora me estaba esperando… como el bolero tantas veces escuchado en el tocadiscos de la casa “la puerta se cerró detrás de mí”… y apareció la directora, con mi dibujo en sus manos, observándolo detenidamente… (“cagaste te mandó saludos”, Pato Barrios, me dije, utilizando una de las frases favoritas de mi padre)… la directora demoró otro rato y me miró con el ceño fruncido… ¿tienes más, me preguntó? La voz no me salió para responderle que sí, sólo estiré el álbum hasta sus manos… el silencio se me hizo eterno… revisó uno a uno mis intentos artísticos… hasta que, por fin, me dijo: “Le pegái al dibujo, ¿ah?… moví afirmativamente la cabeza (parece que sí, directora, dije). Mira, escucha bien, esto no tiene nada de pornografía, no le hagas caso a la profesora de Artes Plásticas, viene recién saliendo de la universidad, es su primer trabajo y, seguramente –de manera equivocada, claro está- quiso dar una muestra de autoridad… se equivocó, sin lugar a dudas, pero dicen que perdonar es divino… pero tú igual mereces un castigo –se sonrió y yo respiré aliviado-, me regalarás, de aquí en adelante, hasta que salgas del liceo, un dibujo a la semana… ¿te parece muy duro el castigo? No te preocupes, yo hablaré con la profesora…
He traído este recuerdo, estimadas amigas, amigos, ministro, para reflexionar en la ocasión que nos congrega sobre la importancia de la formación de nuestros niños y de nuestras y nuestros jóvenes. En la pedagogía y en las políticas educacionales hay aciertos y desaciertos. Aunque hay desaciertos que duran ya demasiados años.
Si damos un vistazo rápido a los nombres de mujeres y hombres que han sido reconocidos por trayectoria cultural y artística regional en los 7 eventos organizados por el Consejo de la Cultura y las Artes de Arica y Parinacota, incluyendo el que hoy nos convoca, daremos cuenta de que 7 de ocho estuvieron vinculados al área de Artes de la antigua sede Arica de la Universidad de Chile. No puede ser casualidad, pero sí tener una causalidad.
Aquí se está demostrando, amigas, amigos, ministro, que en la medida que exista la posibilidad de formación pública, estatal, en el área de las Artes, es posible alcanzar objetivos no sólo en la perspectiva de exitismos fugaces sino de trabajo trascendente y permanente.
La última generación que ingresó a estudiar Artes en la Universidad de Chile, sede Arica, fue la de 1973 (curioso ¿no?)… pero más curioso es que después de esa fecha, ni siquiera con el término de la dictadura cívico-militar, se abrió una carrera al respecto… la Universidad de Tarapacá tampoco lo ha hecho…
Tenemos un espectacular edificio que alberga nuestro Liceo Artístico, pero sigue –a pesar de los esfuerzos, voluntades y capacidades de sus profesoras y profesores– siendo un liceo humanístico científico, sin que el Ministerio de Educación lo reconozca como artístico…
¿Y qué estudiarán esas y esos estudiantes cuando egresen de cuarto medio? ¿Tendrán que viajar a otra ciudad, lejos de la familia, del territorio, de la identidad? ¿Como Daniel Cantillana, del Inti Illimani?; ¿Como Rodrigo Pozo Leonard, de la orquesta Sinfónica de Chile?; ¿Como Víctor Chávez Vicentello, Jaime Alcántara, Ulises Romero, Samuel Morales, por nombrar sólo algunos? ¿y las artistas, las mujeres, en qué parte del camino las dejaron?
Las universidades han manifestado que no hay demanda, que por eso no abren carreras vinculadas con el Arte, que financieramente no son sostenibles… pero ahora que la gratuidad total avanza hacia una realidad ¿seguirán esgrimiendo la misma razón? ¿Qué dirá la Universidad de Tarapacá al respecto? ¿O nuestro Liceo Artístico está sólo para potenciar hobbies?
Espero, amigas, amigos, ministro, que quienes tengan la responsabilidad de tomar las decisiones correspondientes se parezcan a la directora del liceo de mi adolescencia y no a la profesora de artes plásticas que me tocó…
Quiero agradecer profundamente la oportunidad que se me da de ocupar esta tribuna y de decir lo que quiero decir. Por lo demás, es lo que he hecho siempre y es lo que continuaré realizando…
Gracias al Consejo de la Cultura y las Artes; gracias a las casi 700 personas que se sumaron, en Facebook, a la idea de mi postulación…
Gracias a mi viejo Pancho Barrios, por sus buenas historias y su sabiduría de obrero (cuando pequeño pagó –no sé de dónde crestas– mis primeros cursos de dibujo por correspondencia); a la Lila, mi vieja, que lloró cuando se enteró que iba a estudiar Artes, “se va a morir de hambre, Pancho”, le dijo a mi padre toda compungida, pero que se transformó en el apoyo principal en este difícil camino; a mi hermano y hermanas; a Gloria del Rosario, la Charito, que me entregó una leyenda familiar; a mis mujeres amadas que me regalaron a mi hijo y a mis hijas; a mi nieto… a mis maestros Leonardo Ibáñez y Juan Díaz Fleming… al Intín Wawanakapa, porque este premio no existiría si ellos no existieran, al Tani Rodríguez, al Ocaranza, al Chungungo López, a la Upita, a don Pinto, a K’enkhe y Ak’utti… y tantos y tantos personajes que se metieron en los papeles y escribieron los que se dicen que son mis cuentos y mis novelas…
Amigas, amigos, ministro: dicen que una golondrina no hace verano…
Hoy estuvimos bailando en la Escuela Tucapel –sí, en esa donde estudió nuestro querido y famoso Américo– con el grupo Llajta Andino (ayer lo hicimos en el Colegio Chile Norte, en la Cardenal Silva Henríquez con el Grupo Raíces), cerrando un ciclo de conversaciones con estudiantes de la región para acercar la música local y nacional y formar las audiencias correspondientes. Hoy, al mediodía, este mismo recinto, fue el lugar donde se entregaron los ya conocidos “Premios Bolaño”, destinados a destacar y reconocer a los jóvenes valores de la literatura nacional;… y hoy estamos cerrando el día –día de la Música y día de las Educadoras de Párvulos– con este evento donde se reconoce el talento, la preocupación por el patrimonio y la trayectoria…
Dicen que una golondrina no hace verano, pero dos, quince, dos mil quinientas podrían anunciar que el verano comienza a quedarse en esta eterna primavera.
Finalmente, quiero terminar parafraseando a Jorge Luis Borges, porque “no estoy seguro de que yo exista, en realidad. Soy todos los autores que he leído, toda la gente que he conocido, todas las mujeres que he amado” y que me han amado, soy todos los que me han escuchado, me han leído, me han visto en los escenarios… y soy ustedes, todos ustedes, que hoy me reconocen…
Muchas gracias.