GLORIA DEL ROSARIO… LA NOVIA DE AZAPA

Patricio Barrios Alday
   
     El cinco de octubre de 1956, al llegar la noche, ocurrió un accidente de carretera que marcaría el imaginario colectivo de toda la región: dos camiones chocaron a la altura del kilómetro 12 del Valle de Azapa, sector conocido como Alto Ramírez, en Arica, Chile.
El diario local “La Gaceta”, del 6 de octubre de 1956, a lo ancho de su página principal publicó: “Tres muertos y veinticuatro heridos en trágico accidente” y, en la bajada del titular, consignó: “Camión del Instituto Geográfico Militar que venía hacia Arica chocó con su parte posterior a vehículo que transportaba más de 30 peregrinos hacia el Santuario de Las Peñas, destrozando la baranda lateral y provocando un espectacular volcamiento”.
     A consecuencia de ello fallecieron tres personas y hubo numerosos heridos que fueron atendidos en el hospital local. Según las noticias publicadas en los diarios locales “La Gaceta” y “La Defensa” todos los heridos y los tres fallecidos viajaban en el vehículo que llevaba a los promesantes y peregrinos al Santuario, en la precordillera, a celebrar la fiesta en honor a la virgen de piedra que apareciera en una ladera de los acantilados quebradeños. Ya en el inicio del camino que los llevaría al maternal encuentro, desde el camión en marcha, salían -sin imaginar lo que venía- las voces afinadas en la devoción, llenando el polvoriento camino… se venía el primer domingo de octubre…
“Campos naturales
déjanos pasar
porque tus morenos
vienen a adorar…”
     De acuerdo a la historia religiosa y a la tradición, cuando miembros de la orden de los dominicos, en 1510, arribaron a América lo hicieron enseñando la devoción al “santo rosario”. Cuando llegaron a Tarija, Bolivia, en 1574, ya el Papa San Pío V había establecido el primer domingo de octubre como la Fiesta de la Virgen de las Victorias “Auxilio de los cristianos”, porque “la cristiandad” viéndose amenazada por los musulmanes, habría alcanzado la victoria gracias a los rezos al “santo rosario”, en 1571. La celebración fue renombrada, después, como “Fiesta de Nuestra Señora del Rosario”. Los estudios religiosos indican que, desde el año 1600, la veneración a la Señora del Rosario se conoce en Carangas, Bolivia. Carangas está ubicado a escasos 120 kilómetros de Arica.
     Cuentan promesantes y lugareños de la quebrada de Livílcar, que en Carangas existía la imagen de la Virgen del Rosario, pero que el pueblo la había relegado al olvido y no practicaba conductas piadosas. Relatan que, un día, se originó un incendio que amenazaba consumir y destruir la iglesia por lo que pobladoras y pobladores intentaron apagar el fuego. Cuando pudieron ingresar al templo destruido se encontraron con todas las imágenes calcinadas… pero no veían la de la Virgen del Rosario… de pronto, mientras buscaban en los restos carbonizados de la iglesia vieron volar una paloma, blanca, blanquísima, que surcó los cielos hasta desaparecer de la vista de quienes la observaban sorprendidos.
-¡La virgen se aburrió de que no se le honrara!
-¡Se fue buscando un lugar mejor con gente más buena!
-¡Habrá que ir a buscarla y pedirle perdón!
-¡No podemos quedar desamparados, pues!
     Entonces, a un matrimonio de Carangas se le encomendó la misión de salir a buscar la paloma porque así encontrarían a la Virgen. Se cuenta que unos pastores que iban a visitar Carangas se encontraron con una mujer a la que le preguntaron si venía de ver a la Virgen. La mujer, en ese momento, se convirtió, otra vez, en paloma, alcanzando a decir que “me voy a otro lugar donde me quieran más”.
     La mágica historia -que cautiva a creyentes, peregrinos y promesantes y, también a no creyentes, no peregrinos y no promesantes- relata que una mujer ya mayor, pastoreaba los animales de su patrón sin darse cuenta de que el sol se alejaba transitando hacia su descanso nocturno. Asustada por ello apuró su paso y el de los animales justo en el momento en que una luminosidad la encegueció momentáneamente. Cuando pudo mirar vio a una blanca paloma, luminosa, que, de un momento a otro, se transformó en una hermosa mujer que le habló dulcemente:
-No temas, no te haré daño. He llegado hasta aquí para que me construyan un lugar para que la gente, con gran sacrificio, con mucho esfuerzo, venga a verme y no me olvide. Vuelve al pueblo y cuenta allí lo que te estoy diciendo. Anda ya…
Aun dudando de lo que había visto la pastora corrió hacia el poblado con mucho miedo porque sería castigada por su patrón al regresar sin los animales.
-¡¿Cómo vuelves sola, mujer?! ¡Una vez más te tendré que golpear!
     La pastora, asustada porque ya conocía la violencia patronal, le relató lo acontecido. El patrón, muy ofuscado, le amenazó:
-Iremos de inmediato, con antorchas hasta el lugar que dices donde ocurrió lo que ocurrió. Si estás mintiendo, mujer, y los animales se pierden, el castigo será terrible.
     El patrón, la asustada pastora y varias personas que se sumaron por el morbo del castigo que presenciarían iniciaron, así, una curiosa marcha hasta el lugar. Allí encontraron la imagen de una virgen con el niño en brazos. ¡Era parte de la roca!… los animales descansaban y ya dormían al pie de la figura convertida en piedra.
-No castigues a esta mujer -se escuchó una dulce y segura voz femenina sorprendiendo a la inusitada caravana-, sólo ha cumplido lo que yo le pedí. Al revés, agradécele. No intenten sacarme de acá. Acá quiero estar. Construyan un lugar para que mucha gente venga a compartir sus alegrías y sus deseos, que les cueste, así sabré que necesitan estar conmigo… yo les protegeré y les ayudaré. Soy la Virgen del Rosario que busca a quienes le necesitan y le agradecen.
     Patrón, pastora y acompañantes cayeron de rodillas…
-Así será, señora. No lo olvidaremos.
     Al día siguiente, toda la gente del poblado iniciaba las tareas para construir el espacio requerido por la virgen.
     Rápidamente, corrió la noticia por muchos lugares y comenzaron a llegar peregrinos y promesantes de distintos y alejados lugares.
     Abundan relatos impresionantes. Como aquel de los padres franciscanos de Codpa, a pocos kilómetros de distancia, que quisieron sacar la imagen de la roca con cinceles para llevarla a una iglesia. Las herramientas se quebraban, los brazos se cansaban, las manos se llagaban, y no avanzaban en la tarea. En la primera noche después del duro e improductivo trabajo que se habían dado, mientras dormían y recuperaban fuerzas, uno de los franciscanos que intentaba sacar la hermosa imagen desde el murallón del cerro comenzó con fuertes dolores de cabeza… de pronto escuchó una voz que resonaba:
-¿Te duele mucho? Yo también siento mucho dolor, sufro mucho mientras ustedes intentan sacarme. No me iré de acá. Entiéndanlo. No lo haré. No permitiré que me saquen…
     En la nueva jornada no continuaron con la tarea que se habían impuesto. Por el contrario. Instruyeron continuar con la construcción de una capilla en honor a la Virgen del Rosario…
-Aquí mismo será levantado no un lugar cualquiera, sino una iglesia, aquí, entre las rocas, entre las peñas…
     Algunos días después, el matrimonio al que le fuera encargada la búsqueda de la Virgen de Carangas llegó frente a la imagen… era su virgen:
-Aquí estás, querida madrecita, te entendemos. Vendremos todos los años a venerarte y honrarte y traeremos a mucha gente a hacerlo también. A cantarte y a bailarte.
     A eso mismo iba Gloria del Rosario… a reencontrarse con la virgen…
…..
(En la novela «La novia de Azapa», de mi autoría).

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